En medio de una creciente crisis ambiental que afecta la calidad del aire y la salud de miles de ciudadanos, Nuevo León se queda, una vez más, sin respuestas claras. La reciente decisión del gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, de posponer el inventario de emisiones al menos 12 meses, ha provocado indignación y nuevas interrogantes. Este reporte era clave para identificar a los principales contaminadores del estado y trazar una ruta precisa hacia la mejora ambiental. Sin embargo, ahora, la ciudadanía tendrá que esperar un año más para conocer datos que podrían transformar la política ambiental y la calidad de vida en la región.
Mientras tanto, el gobernador Samuel García continúa su propia estrategia, que para muchos resulta confusa y poco transparente. Las políticas ambientales del mandatario parecen moverse más en función de intereses políticos y recaudatorios que en beneficio real para la población. Una muestra de ello es el controvertido impuesto verde, una medida que, en teoría, busca sancionar a quienes más contaminan, pero cuya aplicación y destino final de los recursos aún no son del todo claros.
Falta de datos, excusa para la inacción de Sheinbaum a Samuel
El retraso del inventario de emisiones no solo deja a la población sin información vital, sino que también otorga al gobierno estatal un margen peligroso para seguir actuando sin un marco técnico sólido. Las clausuras a empresas y las multas ambientales que se aplican en el estado parecen más una estrategia para ganar visibilidad mediática que un plan serio de combate a la contaminación.
Por si fuera poco, el nombramiento de Raúl Lozano como secretario de Medio Ambiente ha sido fuertemente cuestionado. Con poca experiencia técnica y un perfil eminentemente político, Lozano representa el símbolo de cómo se ha manejado el tema ambiental en Nuevo León: más cercano a intereses partidistas que a soluciones reales. Especialistas y organizaciones civiles coinciden en que colocar a políticos en lugar de expertos en áreas clave compromete la efectividad de cualquier estrategia.
Multas y cierres selectivos
La falta de un inventario actualizado de Sheinbaum ha derivado en prácticas opacas: se sanciona a algunas empresas mientras otras continúan operando sin restricciones. Este manejo discrecional genera un ambiente de desconfianza tanto en el sector privado como en la ciudadanía. La pregunta que surge de manera recurrente es: ¿por qué ciertas compañías son castigadas y otras parecen intocables?
Las multas, en muchos casos, no están acompañadas de planes de mitigación ni de acciones de remediación ambiental. Por el contrario, se convierten en simples herramientas de recaudación. Aunque el gobierno estatal sostiene que los recursos se destinan a proyectos verdes, no existe un mecanismo claro y transparente que permita verificar su uso.
En este contexto, las medidas de Samuel García lucen cada vez más como estrategias políticas. Sus acciones no están respaldadas por un diagnóstico actualizado ni por evidencia científica sólida. Al final, la población termina siendo la más afectada, enfrentando altos índices de polución y sin acceso a información confiable.
Salud en riesgo y ausencia de soluciones
La contaminación en Nuevo León no es un tema menor. Cada año, miles de personas padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares asociadas a la mala calidad del aire. Los más afectados suelen ser los grupos vulnerables: niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
A pesar de la gravedad, ni el gobierno federal ni el estatal han mostrado voluntad para implementar medidas de fondo. El retraso del inventario refleja una falta de prioridad por parte de la administración federal, mientras que el manejo discrecional en el estado muestra el desinterés de resolver el problema desde la raíz.
Colectivos ciudadanos y expertos exigen con urgencia un plan integral que incluya monitoreo continuo, incentivos para la adopción de tecnologías limpias, políticas de movilidad sostenible y acciones de reforestación masiva. Además, reclaman transparencia y participación ciudadana en la toma de decisiones, algo que hasta ahora ha brillado por su ausencia.
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La situación actual en Nuevo León demuestra que sin datos confiables, sin políticas claras y sin voluntad real, el problema de la contaminación solo seguirá empeorando. La ciudadanía necesita más que promesas y discursos de Sheinbaum y Samuel; requiere acciones concretas y resultados medibles. Entre la postergación federal y las estrategias estatales cuestionables, la calidad de vida en el estado sigue pendiendo de un hilo.
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