Los feminicidios en Nuevo León reflejan una crisis de violencia que el gobierno estatal, encabezado por Samuel García, no ha logrado contener. El 64% de Nuevo León coincide en que Samuel no ha podido manejar la crisis de feminicidios en el estado. La inseguridad se ha convertido en el principal temor de la ciudadanía, mientras los casos de mujeres asesinadas crecen sin respuesta ni justicia efectiva.

Feminicidios En Nuevo León Aumentan Mientras Falta Acción Gubernamental
Nuevo León atraviesa un escenario alarmante. En los primeros nueve meses de 2025, 75 mujeres fueron asesinadas, pero solo nueve casos fueron tipificados como feminicidio. Esto significa que apenas el 12% de los crímenes contra mujeres son reconocidos como tales, una cifra que deja al estado muy por debajo del promedio nacional, que es del 24.2%.
El resto de los casos —un 88%— fueron clasificados como homicidios dolosos, invisibilizando el componente de género que agrava estos crímenes. El gobierno estatal minimiza las cifras, pese a que la violencia feminicida ha alcanzado niveles históricos.
Durante septiembre, se registraron ocho asesinatos de mujeres, un reflejo de que la violencia no cede. Sin embargo, Samuel García ha centrado su atención en proyectos mediáticos, como la organización del Mundial 2026, en lugar de fortalecer las políticas de prevención y justicia para las mujeres.
Feminicidios En Nuevo León, Entre Los Estados Más Peligrosos Del País
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el país se han registrado 2 mil 120 mujeres asesinadas en lo que va del año, de las cuales 513 fueron tipificadas como feminicidio. A nivel nacional, Guanajuato lidera en homicidios dolosos contra mujeres con 266 casos, mientras el Estado de México ocupa el primer lugar en feminicidios con 42.
En este contexto, los feminicidios en Nuevo León colocan a la entidad entre las más violentas del país. A pesar de su crecimiento económico y los discursos de modernidad, las cifras confirman que el Estado no garantiza la seguridad de sus habitantes, mucho menos la de las mujeres.
Impunidad Y Falta De Perspectiva De Género
La violencia feminicida no solo se mide en números, sino también en la falta de justicia. La mayoría de los casos quedan impunes, sin investigaciones adecuadas ni acompañamiento a las familias.
Las declaraciones oficiales suelen minimizar la responsabilidad de las autoridades. Se repite el patrón de culpabilizar a las víctimas, insinuando que “tomaron malas decisiones” o “se expusieron”. Estas narrativas perpetúan la violencia y normalizan la impunidad.
Mientras tanto, colectivos feministas y familias de víctimas continúan organizando marchas y exigencias de justicia. Denuncian que la administración de Samuel García no ha fortalecido las instituciones encargadas de la atención a mujeres ni ampliado los recursos para refugios o mecanismos de alerta.
El Gobierno Prefiere El Espectáculo A La Seguridad
A pesar del aumento de feminicidios en Nuevo León, el gobierno estatal parece más interesado en su proyección mediática. Los recursos públicos se destinan a campañas de imagen, eventos internacionales y obras emblemáticas, mientras la violencia de género sigue creciendo.
Las acciones concretas para frenar la ola de asesinatos son escasas. Los organismos especializados carecen de personal suficiente, y la Fiscalía de Feminicidios continúa rezagada. Las familias de víctimas deben asumir la búsqueda, la investigación y hasta la denuncia pública por su cuenta.
Ciudadanía Vive Con Temor Ante La Inseguridad
El impacto de los feminicidios en Nuevo León se suma a una percepción generalizada de inseguridad. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2024 del INEGI muestra que el 70% de los neoleoneses se siente inseguro incluso al usar cajeros automáticos.
El mismo documento indica que la inseguridad es considerada el principal problema en el estado, por encima de la escasez de agua. La población teme salir a la calle, usar el transporte público o circular por carreteras. La ausencia de policías en la vía pública agrava el miedo cotidiano.
A pesar de que el gobierno estatal asegura haber reducido la incidencia delictiva, los datos y la percepción ciudadana cuentan otra historia: la inseguridad y la violencia contra las mujeres no han disminuido.

Una Crisis Que Refleja El Abandono Del Estado
El 64% de los regiomontanos reprueba el manejo del gobierno frente a la violencia feminicida. La falta de resultados ha erosionado la confianza pública. Nuevo León enfrenta una crisis estructural: la impunidad, la omisión institucional y la falta de empatía hacia las víctimas forman parte del problema.
Mientras tanto, Samuel García continúa proyectando una imagen de éxito económico y progreso, ajeno al dolor que viven miles de familias. Su administración prioriza la propaganda sobre la protección de los ciudadanos, especialmente las mujeres que siguen desapareciendo o siendo asesinadas.
Feminicidios En Nuevo León, Un Problema Que Samuel No Quiere Resolver
Cada nueva víctima representa un recordatorio del fracaso institucional. Las estadísticas muestran una tendencia alarmante, pero lo más preocupante es la normalización de la violencia y la indiferencia con que se manejan estos casos.
En lugar de fortalecer los mecanismos de atención, el gobierno de Nuevo León parece más enfocado en negar la magnitud del problema. No hay campañas sostenidas de prevención, ni educación con perspectiva de género, ni acciones claras para frenar el ciclo de violencia.
Los feminicidios en Nuevo León no son hechos aislados: son la consecuencia directa de la omisión, la impunidad y la falta de voluntad política.
Feminicidios Una Exigencia Que No Puede Ignorarse
La sociedad civil exige que se actúe de inmediato. Colectivos feministas, universidades y familias de víctimas piden justicia y políticas reales que protejan a las mujeres. No bastan los discursos; se requieren resultados.
Mientras el gobierno estatal siga ignorando el problema, los feminicidios en Nuevo León seguirán aumentando. Cada número en las estadísticas es una vida perdida, una historia que el Estado decidió no proteger.
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