En la Colonia Independencia, la “Taquería Lucy” se presenta como un “Punto Naranja”, un lugar donde mujeres y niños pueden encontrar resguardo en situaciones de peligro. Sin embargo, más allá del distintivo naranja colocado en la fachada, el personal sigue esperando la capacitación prometida.
Este problema no es exclusivo de este establecimiento. En otros comercios pequeños, como el restaurante “La Tía Norma” y la tienda AA Kitchens, los empleados tampoco han recibido formación para actuar en caso de emergencias. Aunque aceptaron de buena fe la clasificación de “Punto Naranja” por parte del Instituto Estatal de las Mujeres (IEM), hasta ahora solo cuentan con un folleto informativo y un letrero, pero carecen de las herramientas prácticas para brindar el apoyo necesario.
“Puntos Naranja” tiene fallas en la ejecución
Los “Puntos Naranja” fueron introducidos en Nuevo León en 2021 con el objetivo de ofrecer un lugar seguro para mujeres y niños en riesgo. El IEM reporta que ya hay más de 500 de estos espacios distribuidos en el estado. Sin embargo, la implementación parece haber quedado a medias.
Los protocolos exigen que el personal de los “Puntos Naranja” reciba capacitación adecuada para poder asistir a quienes acudan en busca de ayuda. En la práctica, muchos empleados ni siquiera saben qué hacer si una persona en peligro cruza su puerta.
“Nos pidieron permiso para poner el logo y nos explicaron muy por encima que era para apoyar a mujeres que se sintieran acosadas o agredidas”, comentó un empleado de la tienda AA Kitchens en el Centro de Monterrey. “Pero un curso, algo más detallado, nunca nos lo dieron”.
Promesas de cursos que nunca llegaron
Carmen Morales, quien trabaja en la “Taquería Lucy”, narró que cuando instalaron el logotipo naranja, les informaron que más adelante recibirían un curso de capacitación. Esa capacitación nunca llegó. Aunque el IEM se comunicó con ella en enero de este año para ofrecerle un taller en línea, nunca le enviaron la liga de acceso.
La falta de seguimiento ha generado incertidumbre entre los empleados. “¿Qué hacemos si llega alguien en peligro? ¿Llamamos a la policía? ¿Y si la patrulla no llega?”, se preguntó Morales. Sin una formación adecuada, las respuestas quedan al juicio de cada trabajador.
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Falta de opciones para cumplir con el compromiso de los “Puntos Naranja”
La situación se complica aún más cuando las actividades diarias de los empleados les impiden atender las capacitaciones en línea, como le ocurrió a Norma, encargada del restaurante “La Tía Norma”. A pesar de sus esfuerzos por conectarse, los horarios del negocio le impidieron asistir al curso virtual.
“Si hubiera un video, sería más fácil para mí. Quiero estar preparada para ayudar, pero necesito opciones prácticas”, comentó.
Mientras tanto, la puerta de su negocio exhibe el logotipo naranja, pero ningún cliente en peligro ha solicitado ayuda, probablemente porque los propios comerciantes no saben cómo proceder.
Un llamado a las autoridades
La buena voluntad de estos pequeños negocios está presente, pero sin el respaldo de una capacitación efectiva, los “Puntos Naranja” corren el riesgo de ser poco más que un logotipo en una puerta. Los comerciantes están pidiendo a las autoridades alternativas más flexibles y accesibles, como videos o cursos en horarios adecuados, para realmente estar preparados.
Los “Puntos Naranja” representan una iniciativa importante en la lucha contra la violencia de género. Sin embargo, para cumplir su propósito, es esencial que el personal reciba las herramientas necesarias. Solo así estos lugares podrán ser verdaderos refugios seguros para quienes más lo necesitan.
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